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Recoleta, Carmen, Lira
callejón de Seminariol' Avenida Independenciacon la Avenida 'el RosarioCallejón de la latacalle Ecuadorcalle Cinco de Abrily ExposiciónY Exposición ay sícalle Placilladonde juegan al chupelos palomillasYo me voy pa' la Latatirando pataUna de mis cuecas favoritas como adelanto dieciochero
Desde pequeña sentí una especial fascinación por los organilleros, aquellos caballeros que musicalizan la primavera con las melodías tarareadas por mi abuela. Recuerdo con claridad como corría hacia la calle cuando escuchaba sus melodías y lo dichosa que me ponía cuando lograba que mi madre me comprara alguna de las chucherías que éste señor vendía. Indudablemente, siempre elegía algún remolino de color rojo, mi color favorito.
Otra de las cosas que llamaba tremendamente mi atención era el lorito adivinador ¿Cómo era posible que un pájaro estuviera amaestrado para sacar un papel de una caja? Un perro, un león y hasta una foca estaban dentro de mis posibilidades ¿Pero un loro? Realmente me parecía cuando menos esotérico, lo que hacía a su vez más creíble los vaticinios del animal. Probablemente Pavlov tendría una respuesta para esta interrogante, pero sigo pensando que es asombroso que un ave haga semejante gracia.
El loro era un misterio menor ante la mayor interrogante de todas ¿De dónde proviene la música del organillo? Cuando tuve la misma interrogante sobre la cajita musical que mi mamá usaba de joyero, la desarmé y pude entender como funcionaba (de más está decir que en aquella ocasión fui castigada) pero no estaba a mi alcance desarmar un organillo. La respuesta que di en mi niñez, que aún creo cierta, es que el organillo funciona de modo similar a la fallecida caja musical de mi madre, porque el organillero para poder tocar sus canciones mueve una manivela.
Para mí un organillero es un distribuidor de alegría, los acordes que él ejecuta son capaces de revivir mágicamente partes de nosotros mismos transformando el mundo en un lugar más inocente y agradable. Por eso es que algún día quiero ser organillera, ir de barrio en barrio tocando viejas armonías junto a remolinos multicolores y a un lorito adivinador. Si hoy en día ya hay dos mujeres chilenas dedicadas a este oficio ¿por qué no podré ser la tercera?