jueves, septiembre 08, 2005

Raspe el Chanchito Millonario

Este fin de semana después de ver la adicción al juego de Juan Carlos Bodoque quedé meditando sobre cuál es mi relación con ese “vicio”. Luego de una breve reflexión, puedo decir que soy una perna, mi aversión al riesgo y mi enraizado espíritu de ahorro ascético me impiden poner en riesgo las míseras chauchas que gano con mi trabajo. Siempre que se trata de apostar dinero me retiro de las competencias, y cuando he aventurado monedas de 10 pesos jugando póker siempre tomo decisiones conservadoras. Estas conductas poco avezadas en el juego no implican que no sienta placer cuando gano plata apostando, eso nos debe suceder a todos, pero lo que pasa es que no soy capaz de poner en riesgo grandes sumas de dinero, por mucho que tenga buenas cartas en mi mano.

Cuando me atrevo a desafiar al azar es en rifas, loterías, raspes y bingos. Creo que esa
conducta viene heredada de mi tía abuela quien juega al Loto todas las semanas con la esperanza de ver cambiar su suerte, de hecho, ella siempre ha pensado que el mejor regalo que puede hacérsele a alguien es un vigésimo de Lotería o un cartón del Kino ¡es regalar la posibilidad de ser millonario! Digamos que con los cartones de mi tía nunca me hice rica, pero es verdad que siempre en el sorteo después de mí cumpleaños ganaba cerca de $10.000.- que eran muy bienvenidos.

Los premios que ganaba en mis cumpleaños, rifas y sorteos del supermercado, diseminaron rápidamente en la familia el mito de mi buena estrella. Por eso, mi tía abuela siempre me hacía elegir los cartones, y cuando ganaba algo, un helado era la mejor recompensa por mi elección.

Este mito sobre mi suerte hace que de vez en cuando me sienta fuertemente incitada a comprarme un raspe, lo que podría definirse como mi mayor conducta de riesgo. Este
lunes, esperando en el supermercado al Colorín, un raspe me miraba, me llamaba a comprarlo. Era un cartón con un dibujo de un cerdo rechoncho y rosado, que en sus ojos tenía el signo de la fortuna y de la plata segura, su nombre era“el chanchito millonario”. El cartón me gustó tanto que no pude evitar comprarlo, si perdía de todos modos sería una inversión, el cartón pasaría a formar parte de mi colección de objetos inservibles pero preciados.

Cuando el chancho estaba en mi poder la ilusión de la buena estrella apareció. Con la mano temblorosa raspé el segmento plateado que esconde la fortuna o la desgracia, y lentamente empezaron a aparecer los números. Para mi ventura el 200 se repitió tres veces, duplicando así mi inversión. Mi buena suerte brilló de nuevo, y no vacilé ni un segundo en canjear mi premio (no se me fuera a perder el cartón). La señorita del mesón me preguntó si quería la plata o dos raspes, la cuestión me ocupó algunos minutos ¿y si ahora me gano realmente los dos millones? Mi conducta antiriesgo fue mayor y me quedé con mis 200 pesos. Lo que lamenté fue que no me devolvieran mi cartón con el chanchito regordete y con signos pesos en los ojos.
A modo de festejo me comí unos cuchuflís con la plata ganada ¡en tu honor chanchito millonario!

3 comentarios:

Giacoman dijo...

¡Calumnias! lo más cerca que he estado de carreras de animales es en Teletrak, jamás he ido a verlos en vivo. Y cuando fui a Teletrak no aposté, sólo miré como mis amigos perdían su plata. A todo esto ¿A alguien se le habrá ocurrido televisar las carreras de perros? Creo que igual les iría bien.

Anónimo dijo...

estimada Desideria, no sé como llegué aquí y menos porqué razón terminé leyendo tu artículo respecto del juego, probablemente y sin afán de ofender, pensé que se ponía mejor que podía terminar en algún sucio tipo de apuesta en que los resultados no serían menos que drogas, sexo o al menos una plancha del perdedor... pero bueno lo que me motiva a escribirte no es la crítica si no lo que supongo es el fin de estos nuevos medios para mi compartir ideas... me quedé pensando en el tema del riesgo y me parece que no lo entiendes muy bien... arriesgarse o correr un riesgo no es perder $100 o $1000 o $50.000 que te dejen en el mismo lugar o posición, arriesgarse es más parecido al "doble o nada", irse a mochilear sólo, o a coquetear con alguien que no te corresponde... en definitiva correr un riesgo es cuando una opción tiene un buen resultado pero la otra puede llegar a ser fatal, como pelarse al rape, tomarse la cuarta, robar un banco puede ser un poco extremo pero en fin ese es el sentido del riesgo..... de todas formas queda bien en claro que eres un poco tacaña...saludos
"el cotidiano"

Giacoman dijo...

Soy tacaña y ese es un factor que puede influir, pero no es el más importante. La razón de mi conducta está enraizada en mi temprana socialización. Mis padres me enseñaron a no incurrir en vicio alguno, algo así como la prudencia aristotélica, y ello me reprime.
Evidentemente creo que tampoco es bueno ser una fundamentalista de la prudencia, pero a largo plazo me ha dado frutos.